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no eran mis tetas, eran mis costillas
mis tetas cayendo sobre mis costillas

no eran las montañas, era mi garganta

y allí estaba la desembocadura de mis ojos

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el océano llenándome el cuerpo desde el ano
atravesándome su mano entre la tormenta
y la espesura de mis costillas,
esos ojos que no son míos
a través del bosque, la espesura de mis costillas
y el dolor de su cadencia hurgando mi carne
esa mano en el umbral de la tormenta y el océano
que es mi ano
jamás tan abierto
los glúteos inundados, trizados
trizados por los relámpagos en sordina
están en mis glúteos
lejos, lejos, lejos de mi lengua
cavidades sangrantes
piezas rotas por metales rápidos
no había boca, todo era oscuridad
no había boca
y allí estaba la sangre de la cavidad negra, blanca, roja, mortecina
derramando la lengua y las piezas
y al fondo el océano, la tormenta
a través de mi ano
las tripas hinchadas de sal
el océano y los ojos en la espesura de mis costillas
hay viento perciben mis manos
se van
y quedo yo inundada por la puerta clausurada
que es la boca
sin cuerpos, sin llaves
sólo el mar y la tormenta
y las tripas hinchadas de sal


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